Foto por Ursula Noboa
Empezar con 10 minutos e incrementar el tiempo poco a poco.
Postura adecuada (ayuda a permitir un buen flujo de la energía en nuestro cuerpo)
- Nos sentamos en un lugar donde podemos estar cómodos con la espalda recta. Puede ser en una silla, con las caderas pegadas al espaldar, los hombros relajados y las manos descansando sobre los muslos.
- La cabeza estará en su lugar adecuado si con la mano empujamos ligeramente el mentón hacia atrás.
- Los ojos pueden estar entreabiertos o completamente cerrados. Como se sienta más natural sin forzar nada.
Respiración
- Empezamos respirando desde el abdomen. Contando hasta 4 en la inhalación y exhalación. Respiramos así por unos minutos hasta sentir que nuestro cuerpo se relaja (mente y respiración están íntimamente relacionados).
- Luego salimos de la "torre de control” y le permitimos a nuestro cuerpo respirar a su propio ritmo, sin intervenir (sabe perfectamente cómo hacerlo sin nuestra ayuda).
Meditación
- Observamos el recorrido del aire, desde la punta de nuestra nariz hasta lo más profundo de nuestros pulmones, y luego hacia afuera de nuevo.
- Sentimos como en nuestra nariz el aire es frío al entrar y tibio al salir.
- Sentimos nuestro cuerpo, cualquier molestia o incomodidad que haya, la reconocemos y sin intentar cambiarla o arreglarla en ese momento, tranquilamente volvemos a poner nuestra atención en nuestra respiración.
NUESTRO CUERPO RESPIRA SOLO
- Cuando un pensamiento emerge, reconocemos su presencia, lo observamos, y sin juzgar si es un pensamiento bueno o malo, lo dejamos ir y volvemos a dirigir nuestra atención hacia nuestra respiración. Así, sin juzgarnos a nosotros mismos ni a nuestros pensamientos, tranquilamente traemos nuestra atención a la respiración cada vez que nuestra mente se distrae.
- Mantenemos esta dinámica por el tiempo deseado, siempre desde una postura de aceptación incondicional del contenido que emerja en nuestra mente.